jueves, 23 de mayo de 2013

No fue lo que me esperaba...


Ya al primer vistazo destacó entre el resto. No sabría decir porquè. Quizás su aspecto, quizás el brillo especial de su piel, o la luz que la realzaba. El caso es que solo ver el brillo de su piel supe, por aquellas cosas que uno no sabe explicar, que debía ser para mi.
Acercarse fué todo un acontecimiento. Debía hacerlo sin levantar sospechas, no fuera que alguien viera mis intenciones y por puro egoísmo se me adelantara. Pero no fue así.
Sin demasiada negociación logré mi objetivo y poco después andaba con mi nueva adquisición hacia mi casa. De reojo controlaba su movimiento vacilante dentro de su atuendo provisional, que yo pensaba quitarle tan pronto entraramos en casa,  y sentí que me moría de ganas por devorar hasta el último centímetro de su cuerpo.
Al llegar a casa no pude esperar. Fuí directamente a la mesa del comedor y decidí atacar allí mismo. Acaricié su piel, noté su textura bajo mis dedos, sentí su firmeza y su promesa en la palma de mi mano. Aquello prometía más de lo que me esperaba. Saqué mi herramienta preferida para estas ocasiones, largo, con notable grosor y mejor firmeza, rasgos imprescindibles para una correcta penetración. Ya faltaba poco, ya estaba a punto de saborear la dulzura de su interior, de sentir su jugo en mi boca, ver como se escurría entre mis dedos...

La decepción fue inmensa. Una vez me adentre en su interior resultó no ser lo que yo esperaba. Mi decepción superó con creces mis esperanzas de goce, y hasta estuve a punto de pegarle una patada y lanzarlo por la ventana.

...y es que un melón tiene ese inconveniente, que se parece demasiado a las personas: !Hasta que no pruebas su interior, no sabes como es!

miércoles, 22 de mayo de 2013

Sexo mentiras y cintas de vídeo....

Interesante film del año '89. Protagonizado por actores de primera línea, en ese momento no cobraron por hacer la película  que tuvo un presupuesto total de 25.000 $. Ese año fue la película no-comercial mas vista de la década.
He insertado aquí la versión íntegra, en Castellano.
Intensos diálogos con distintas visiones de la vida de pareja, los sentimientos y el sexo.
!Espero os guste!

miércoles, 15 de mayo de 2013

Mónica. Para repetir.


Mónica era la hija de los propietarios de un bar restaurante del centro de Barcelona, situado en la calle Balmes. Aunque no me quedaba cerca de la oficina, me gustaba ir por ser de los pocos sitios donde la relación calidad/ precio estaba equilibrada. Excepto una de las camareras, el resto del personal eran todos de la família, y se notaba.
Monika era en aquel entonces una jóven estudiante de universidad que ayudaba en el bar por las mañanas, hasta los primeros menús de mediodía, hora en la que se iba a estudiar.
Una mañana me acerqué al bar para desayunar, y ella estaba atendiendo en la barra. Su vestimenta me dijo de antemano que no era trabajadora del lugar, y la curiosidad me llevó a preguntarle. Simple y llano:





- Algunas mañanas vengo a ayudar y así me saco unas pelas a final de mes.

Mónica es de esas chicas que parece que exhalen sexualidad. Su tono de voz, su pelo negro, liso y largo, sus labios carnosos, sus ojos grandes y brillantes... su sonrisa.

Conversamos unos minutos esa mañana, y también la siguiente, y la siguiente... su simpatía era tal que en poco tiempo me acostumbré a desayunar y a su sonrisa, y de lo último casi no podía estar sin ello.

Pasaron los dias y ella supo a qué me dedicaba y de que era especialista, y yo me enteré de su forma de ver algunas cosas de la vida, de quien era cada miembro de la familia y de que encima del bar tenían un piso que solo utilizaban entre semana, para que sus hermanos pequeños no tuvieran que ir i venir desde las afueras, en Sant Cugat, donde tenían su residencia habitual.

Una mañana me sorprendió con una frase, solo llegar. Estaba con su madre, al otro lado de la barra, y dijo:

- Mira, Mamá, seguro que este chico nos soluciona el problema.

El caso es que había comprado un ordenador con impresora y conexión a internet para sus hermano, y por algún motivo no conseguían que funcionara. Mónica le había avanzado a su madre que un cliente habitual de bar sabia mucho de informática y que los podía ayudar.

- Por mi no es ningún problema,- dije - Si consigo que funcione me invitan a un café y listo.

Diez minutos después subía unas estrechas escaleras típicas de los edificios antiguos de algunas zonas del Example, hasta el 5º piso. La finca no tenía ascensor y ese parecía ser el motivo por el que el alquiler les salia muy barato. Mónica caminaba delante de mi, con unos pantalones muy ajustados y una camiseta que dejaba a la vista una franja de su espalda al no llegar hasta los pantalones. Inevitablemente subí viendo como contorneaba su cadera a cada paso, y procuré no imaginar demasiado...

Al llegar al piso, cansado de tanta escalera, me encontré con el típico piso de vivir poco: ropa por planchar, una tele pequeña, una cocina pequeña y una puerta que daba a un lavabo con ducha. El ordenador estaba en un mueble junto a la tele, con su impresora al lado.

Encendí el ordenador, al tiempo que me sentaba en la silla que había delante y dije:

- A ver qué le ocurre....

Al poco apareció una pantalla solicitando la contraseña y Mónica dijo:

- Disculpa, no me acordaba. Ya te la tecleo yo.

Para hacerlo se agachó frente a mi y pude ver que la camiseta, aparte de ser corta, tenía un escote generoso. Como se inclinó desde un lado justo enfrente de mi, no pude evitar ver sus pechos sujetados por unos sostenes de tela casi transparentes.

Ella tecleaba poco a poco, al tener el teclado de lado, lo que hizo que el tiempo de exposición de ese escote frente a mi cara fuera demasiado largo como para evitar mirar más de una vez. Cuando se alzó de nuevo para quedarse de pié al lado de mi, su sonrisa me hizo pensar por un instante que era consciente de lo que me había mostrado.

Una rápida comprobación me hizo ver que el ordenador no tenia tarjeta de red para conectarse al router y que los drivers para conectar la impresora tampoco estaban.

- Pues no voy a poder solucionarlo hoy.Debería traer un par de cosas para poder dejar el ordenador funcionando, y un par de horas el dia que venga a solucionarlo.

- Vale. Pues cuando lo tengas se lo comentas a mi madre y vienes. Ya le explico yo que hay que comprar un par de cosas y que te las pague el dia que vengas.


Así pues, pasaron unos días y me llegaron a la oficina la tarjeta y los cd’s para instalar la impresora, y me fuí al bar para comentarles que ya podía ir cuando quisieran.
Esa mañana Mónica no estaba en el bar, y su madre me comentó que tenía exámenes, y que para hacer lo del ordenador, mejor al dia siguiente, que esa mañana no podía dejar el bar solo y acompañarme.

Volví al día siguiente.

La situación era similar, la mujer estaba sola en el bar y yo ya me esperaba que me dijera lo mismo, pero en lugar de eso comentó:

- Hola!. Sube al piso. Mónica està allí estudiado y ya te abre ella. ¿Tardaras mucho?, es que ella se tiene que marchar a las doce y media y yo no puedo subir.
Miré el reloj y vi que eran las diez.

- No, creo que en una hora o poco mas lo puedo tener solucionado, no se preocupe.

Así pues salí del bar y piqué al timbre de la portería, al piso de ellos y sin oír que nadie preguntara, la puerta se abrió mientras sonaba el molesto ruido eléctrico del portero automático. Subí lo cinco pisos, esta vez sin poder disfrutar de la vista del trasero de Monica delante, y, al llegar al piso, vi que la puerta estaba abierta unos centímetros.
Tímidamente la abrí un poco y grité:

- Hola?

No oí respuesta, aunque me parecía haber sido un ruido. Avancé un poco y repetí el saludo. Al poco, cuando estaba ya casi en el centro de la sala principal, la voz de Mónica sonó desde el lavabo:

- Hola!, pasa. Ya sabes donde esta el ordenador. Salgo enseguida, que me estaba duchando.

Así pues, me senté frente al ordenador y lo puse en marcha. Al poco rato en la pantalla apareció el mensaje que solicitaba el password y pensé “vaya, poco voy a poder hacer”. Pero entonces la voz de Mónica sonó de nuevo desde el cuarto de baño:

- Anda!, si no debes poder entrar en el ordenador, falta la contraseña!

Y acto seguido se abrió la puerta.

Mónica apareció con su largo pelo negro mojado, unas zapatillas, un cepillo en la mano y un albornoz blanco atado por la cintura.

Me miró con una agradable sonrisa y dijo:

- Buenos días!. No sabía si venías hoy o mañana. Espera, que tecleo la contraseña.

Y, al igual que al vez anterior, se situó a un lado del teclado, junto a mi, y se agachó para escribir.

Esta vez, la apertura del albornoz era mucho más pronunciada que la de la camiseta. Al echar el cuerpo hacia delante, algunos de sus pelo colgaron a ambos lados de su cara ocultando un poco el su rostro, y el albornoz, que no estaba atado demasiado fuerte, se abrió un poco, dejándome ver su cuello y casi la totalidad de su pecho izquierdo, que al no tener sujetador se balanceó un poco al mover los brazos para teclear.

Noté como el calor me subía a las mejillas, y dentro de los pantalones me sexo se movió ligeramente. El ambiente olía a jabón y ella, de cerca, a crema corporal.

Cuando ya hubo introducido la contraseña se puso de pié, y con ayuda del cepillo se peinó hacia detras, para ordenar su cabello y despejar su cara. Me miraba medio sonriente y yo debía hacer cara de atontado porque dijo:

- Carai !, parece que hayas visto un fantasma!

La mire a la cara, pero pronto la vista se me desvió hacia su cuerpo. El albornoz se había quedado un poco abierto, y podía ver su escote entre sus pechos, su ombligo y, por la parte menos abierta, el inicio de sus piernas y algo de su vello púbico.

No sabia que decir, i ella seguía cepillando el pelo hacia su costado derecho, haciendo que en cada pasada el cuerpo se moviera y sus pechos se tamblaleasen un poco. Con voz divertida pero simulando indiferencia dijo:

- Disculpa, igual te he incomodado apareciendo así de la ducha, pero no sabia que venias hoy, y me has pillado a media ducha.

- No, no importa, perdona. Sólo que al verte así...

- ¿Te ha molestado verme así...?

- No, al contrario, quiero decir... tiene su qué, però no quería incomodarte

-¿Incomodarme?. Si no hubiese querido salir en albornoz me hubiese esperado a vestirme, pero como necesitavas trabajar...- y sonriendo dijo - aunque como nunca hay nadie a esta hora normalmente no me pongo el albornoz....

- Ah!, ya, claro...

- ¿No te gusta como me queda? es un poco pequeño para mi, pero es cómodo.

- Ya veo, si...

- ...si, es que a la mínima se abre por delante, porque no dá para cruzarlo todo en la cintura...

- Si, ya veo..

Y explicando ésto me mostró, abriendo el albornoz con ambas manos, lo corto que era, y hizo el ademán de cruzarlo de nuevo:

- ¿ves? es corto y no lo puedo cruzar bien. Y a la que lo llevas un rato se abre solo.

Y lo dejó de nuevo, pero esta vez la quedó abierto de forma que casi se le veían los dos pezones, y en quedaba una apertura en línea recta de unos cuatro dedos de ancho, dejando al aire su ombligo y, entre sus piernas, una ligera mata de pelo, depilada lo justo para que no sobrara vello, pero sin llegar a llevarlo rasurado.

Se produjo un silencio y me di cuenta que me había quedado un rato mirandole el sexo sin decir nada. La vergüenza me hizo sonrojar todavía más, y alcé la mirada hacia ella.

- ¿te gusta lo que ves?

Me levanté, no se si por inercia, o por vergüenza, o por querer irme, o por poder disculparme, o simplemente por no estar es una posición tan desventajosa para mi y tan propicia para mirar donde no debía mirar...

Al tiempo que me ponía en pié ella avanzó un paso, y quedamos frente a frente. Ella me miraba a los ojos y de vez en cuando desviaba su vista hacia mis labios.

Yo noté de nuevo la proximidad de su cuerpo, el olor a crema de baño y su respirar en mis labios.

En voz más baja y pausada dijo:

- Tiene su morbo la situación, ¿no crees?

Sin pensarlo dos veces acerqué mi cara a la suya y la besé. Me di cuenta que hacía días que deseaba besar esos labios tan gruesos y me sorprendió que ella me correspondió al beso con cierta pasión, como si estuviera deseando lo mismo hacía rato. Alzó son manos para sujetarme la cabeza con las manos y me besó casi bruscamente varias veces.
Me di cuenta que al alzar los brazos su albornoz se había abierto todavía más, y al ir a cogerla con mis manos por la cintura noté directamente la piel de su cuerpo.

Sus manos dejaron mi rostro para recorrer mi pecho y mi cintura y yo alcé mi mano derecha para acariciarle la cara, pero a medio camino no pude evitar acariciar sus pechos, que se mostraron firmes al tacto, con sus pezones endurecidos, quizás por el frío, quizás por la excitación.

Al sentir mis manos es sus pechos su respiración se aceleró un poco y soltó un ligero gemido de placer, y seguidamente me empezó a tocar en sexo por encima de los pantalones con cierto nerviosismo. Al principio sin orden, pero al poco rato notó mi pene excitado y focalizó su masaje a lo largo del bulto que notaba bajo los pantalones.

Yo empezaba a notarme muy excitado, y estaba deseando liberar esa presión que sentía como fuera, y imitando sus gestos, situé mi mano izquierda entre sus piernas.
Su sexo lo noté muy húmedo enseguida. Era evidente que estaba muy excitada y esa revelación aún me excitó más a mi. Con cuidado empecé a acariciar suavemente por el interior de su sexo y ella dejó de besarme un momento. La miré y tenía los ojos cerrados y respiraba muy deprisa, con las mejillas sonrojadas y los labios entreabiertos. Sopló y susurró:

- Ufff,! joder, que gusto....

Esa forma de expresarse me hizo gracia y decidí darle mas placer, introduciendo un poco mis dos dedos centrales en su interior.

Impulsivamente ella empezó a mover su mano sobre mi pene al mismo ritmo que yo le introducía y sacaba los dedos de su vagina. Notaba mis dedos mojados y cálidos, y era evidente que su excitación iba a más.

Se dió cuenta de que ella solo me tocaba por encima de la ropa y, como si se tratara de una emergencia, abrió los ojos y, con ambas manos, se dispuso a desabrocharme los pantalones.

Sus prisas hacia que se entorpeciese a ella misma, y decidí ayudarla. Al poco mis pantalones cayeron al suelo y ella se quedó mirando mis calzoncillos, donde se veía claramente la forma de mi polla apretada bajo la tela.

Alzó la mirada hacia mi y buscó mis labios con los suyos, al tiempo que con una mano me bajó los calzoncillos y con la otra me agarró el sexo con decisión.

Casi inmediatamente empezó a mover su mano de arriba a abajo repetidamente, casi produciéndome dolor. Con mi mano le indiqué que no fuera tan deprisa y, al sentir como me cubría y descubría el prepucio con la piel de mi pene de una forma rítmica, empezó a endurecerse más, cosa que ella notó, ya que soltó una ligera sonrisa nerviosa de satisfacción.

De nuevo le toque´el sexo, pero esta vez con la mano derecha y, sin demasiados preámbulos, le introduje dos dedos y empecé a masturbarlá al mismo ritmo que ella a mi.

Su respiración se fue acelerando y al poco ya era más un jadeo. Luego paró y me dijo:

- Ufff, estoy fatal, me pones demasiado... siéntate en la silla.

Obedecí y por un momento me sentí muy ridículo. Me veía a mi mismo sentado, en un silla plegable de cocina, con los zapatos puestos, los pantalones y los calzoncillos en los tobillos, la camisa abrochada y mi polla tiesa apuntando a la pantalla del ordenador que se suponia debia reparar...

Vi que ella mi miraba un instante, justo entre las piernas, y luego, alzando su pierna izquierda, situaba su cuerpo frente al mio, con las piernas separadas y a ambos lados, con las manos en mis hombros y empezaba a flexionar para acercarse a mi.

Al poco la punta de mi sexo topó con su ingle, y ella rápidamente me cogió la polla con firmeza y fué buscando su sexo poco a poco.
Al tocar con la punta de mi pene los labios de su coño noté li húmeda que estaba, y también su elevada temperatura. Para mi sorpresa, ella, en lugar de introducirla directamente empezó a acariciarse un poco con mi sexo, a lo largo de sus labios.

Pocos segundos después dejó caer su cuerpo encima del mío y pude sentir con un placer inmenso como poco a poco la penetraba.

Ella aguantó la respiración al sentir como me introducía en ella, como si midiera cada milímetro de mis veinte centímetros de sexo.

Después, como a cámara lenta, empezó a mover sus caderas.

Con sus brazos me rodeaba la cabeza, pero de forma que su cara quedó al lado de mi oreja. Susurró un par de cosas que no entendí, y al poco rato sus jadeos pasaron a ser un gimoteo muy quedo pero seguido.

Yo situé mis manos en su cadera y acompañé sus movimientos. Sentía tanto placer que me vibraba todo el cuerpo. Se movía cada vez un poco más deprisa, pero por dentro era como si le vibrara todo el sexo, y me transmitía tal sensación de placer que empecé a respirar de forma más acelerada. Todo había sucedido de una forma tan rápida y tan excitante que ahora me veía yo mismo soltando algún que otro jadeo de placer.

Unos minutos después Mónica me estaba follando con fuertes movimientos de su cadera. Se alzó hacia detrás un poco, situando sus manos en mis hombros para facilitar sus movimientos de pelvis. Me miraba fijamente, y hacia cara de estar disfrutando mucho con lo que hacía... Vi frente a mi como sus pechos se agitaban rítmicamente a cada empujón y la visión del conjunto me excitó aún más.

Un momento de lucidez me hizo decir, entre jadeos:

- Uff, si sigues así vas a hacer que....

Ella entendió a la perfección el mensaje, porque dijo:

- No sufras, tomo precauciones...

Seguidamente sus movimientos fueron cambiaron de ritmo. Cerró los ojos y empezó a moverse más despacio cuando echaba las caderas hacia detrás y más rápido al meterse el sexo de nuevo dentro. Realmente me estaba follando ella a mi, y lo hacía con fuertes golpes de cadera, parando unos instantes justo cuando la tenía metida del todo, como recreándose.

Después aceleró de nuevo sus movimientos y susurró:

- Me estoy corriendo, que gusto!

Tenía la cabeza hacia atrás, como si mirase al techo, por lo que no podía ver su expresión, pero miré hacia abajo y pude ver como mi polla entraba y salía de su coño una y otra vez, como la humedad de nuestros sexos y el sudor de nuestros cuerpos hacían brillar nuestra piel, como sus pezones se agitaban frente a mi de forma imparable, como su cuello mostraba la tensión de ese momento...
Unos segundos después dejó de moverse, apretando su cadera hacia la mía, y me abrazó con más fuerza que antes. Noté como mi polla palpitaba dentro de ella, deseando vaciarse.

La cogí por las caderas y empecé a moverla de nuevo. Esta vez ella solo acompañaba su cuerpo a mis movimientos. Yo empecé a alejarla y a acercala de mi cada vez más deprisa. Notaba mi polla dentro de ella y a la vez parecía que su sexo palpitaba con fuerza. Cuando no pude mas apreté mis dedos en sus glúteos con fuerza, al tiempo que la atraía hacia mi tanto como podía.

Noté como mi cuerpo palpitaba dentro de ella, y ella me susurró:

- Noto como te estas corriendo....que pasada!

Estuvimos abrazados un rato encima de la silla.

Yo estaba exhausto y sudado.

Habíamos pasado todo el tiempo que disponíamos para reparar el ordenador follando...

Al bajar pasé por el bar. Me sentía incómodo, pensé que se me debía notar en la cara lo que había estado haciendo unos momentos antes.

Por suerte en el bar ya estaba uno de los camareros y no vi a la madre de Mónica por ningún lado.

Me dirigí al camarero y dije:

- Cuando venga la Sra. comentale que no he podido acabar lo del ordenador de sus hijos, que me falta una cosa. tendré que venir otro dia.

Y así fue.